Esto va rápido, lo sé.

La vida, los clientes, las empresas que cambian eventos, los novios que cambian lo que te validaron ayer, las peticiones de última hora, las reservas de grupo que se cancelan y las facturas que parece que tienen patas y te persiguen.

Y dices:
“Ya planificaré mañana. Total, ¿qué puede pasar?”

Pues pasa.

Y lo sabes.

Que diría Julio.

Pasa que te metes en una rueda de hámster con wasaps, emails y cosas “urgentes” que no te acercan ni un milímetro a tus verdaderos objetivos.

Urgentes pero no importantes.

Y entonces repites la semana.
Y repites el error.
Y repites el cansancio.

Lo que no planificas, no sucede.
Lo que no agendas, no avanza.
Y lo que no revisas… se repite.

Así de crudo. Así de cierto.

No solo para vender más, también para vivir mejor.

Planificar no es solo llenar huecos.

Es crear espacio para tu vida:
para tus hijos, tu pareja, tu familia, tus amigos, tu descanso, tu deporte, tus caminatas sin móvil, o para que no te pillen los eventos a contrapié como al DJ que se le olvidan los cables para conectar la mesa.

Te lo digo claro:
si tú no planificas tu negocio, te lo planificará otro.

Y créeme, no va a tener en cuenta tu hora de comer.

Japi dei