Ese día no iba a cambiar el mundo.
Iba solo a darme una vuelta por el Mobile World Congress.
Con acreditación, sin reuniones cerradas, con ganas y sin corbata.
Quizás fue la curiosidad. Quería ver qué se cuece.
Quién anda por allí.
Hacia dónde va la tecnología esa que nos vuelve locos a ratos…o todo el tiempo.
Y, con suerte, ver si pescaba alguna idea, algún contacto, alguna oportunidad.
O un jeque árabe que me quiera adoptar. Nunca se sabe.
Y entonces pasó lo que ya nadie espera que pase:
Me pararon por la calle con un micrófono.
Sí, como en los viejos tiempos.
Me preguntaron si podían hacerme unas preguntas.
Y lo más loco no fue eso.
Lo más loco fue que me paré.
Hoy en día, casi nadie se para por la calle a hablar con alguien que lleva un micro.
Y menos los que asisten al Mobile.
Van con corbata, ponen cara de velocidad y el “no tengo tiempo” tatuado en la frente.
En especial los que vienen de fuera. Llámalo desconfianza.
Parece que llevar corbata es sinónimo de tener prisa, de no poder pararse, de tener miedo a decir algo que suene “mal” o poco “corporativo”.
Pero yo no llevaba corbata.
Así que me paré.
Charlamos. Me hicieron una entrevista muy divertida.
Y lo mejor: me invitaron a su podcast (que espero compartir por aquí muy pronto).
En este enlace te dejo el enlace con el resumen de la entrevista, por si te pica la curiosidad.
A veces, las mejores oportunidades aparecen cuando te paras un momento.
Literalmente.
Japi dei