¿De verdad estás construyendo el negocio que dices querer… o solo lo estás deseando fuerte?
Hay algo que repito mucho en mis consultorías, aunque a veces escuece:
No importa lo que sueñas para tu negocio.
Importa lo que haces cada puñetero día.
Cada fakin day que diría Llados
Puedes tener una libreta llena de ideas brillantes.
Una web divina.
Un branding de esos que dan ganas de colgar en el salón.
Pero si cada mañana te levantas sin saber a qué vas, si sigues haciendo las mismas cosas que no te funcionan…
Entonces no estás construyendo nada.
Estás entreteniéndote con el decorado.
He visto de todo.
Y lo que marca la diferencia no es la gran decisión puntual.
Es el hábito constante.
El que revisa su estrategia cada mes.
El que escribe aunque no tenga ganas.
El que habla con su cliente ideal, no con su ego.
¿El resultado?
Negocios que no necesitan ofertas agresivas para vender.
Proyectos que no dependen de la suerte.
Y emprendedores que duermen mejor (aunque trabajen mucho).
Todo esto lo revisamos con lupa en nuestras consultorías.
Porque si no te entienden, ¿cómo vas a vender?
Ahora dime:
¿Cuál es el hábito que más está frenando el crecimiento real de tu negocio?
Japi dei.