Jalogüin
Jalogüin y la casa encantada (que no es que esté contenta).
Boys and girls of every age
Wouldn’t you like to see something strange?
Come with us and you will see
This, our town of Halloween
[Pumpkins]
This is Halloween, this is Halloween
Pumpkins scream in the dead of night
[Ghosts]
This is Halloween, everybody make a scene
Trick or treat till the neighbors gonna die of fright
It’s our town, everybody scream
In this town of Halloween
Brujas volando, zombies buscando cerebros (aka los haters de X), vampiros chupando energía vital, hombres lobo aullando ofertas desesperadas a la luna llena…
Y tú, ahí.
Frente a una verja oxidada, que cruje aunque no sople ni una brisa.
Al otro lado, una casa encantada.
No una cualquiera, ¿eh?
De esas que están justo detrás de un cementerio, como tiene que ser.
La niebla no se disipa.
Nunca.
El aire huele a humedad, a cerrado, a “aquí pasó algo”/ somzing japent jiar.
Tras muchas curvas, un bosque silencioso y un par de advertencias ignoradas, como buen personaje de película de terror de serie Z, llegas a la puerta.
La casa está en pie… pero algo no cuadra.
Picas. Nadie responde.
Picas otra vez.
Tampoco.
Hasta que… la puerta se abre sola. Despacio. Chillando como alma en pena.
Silencio. Frío. Una telaraña se te queda pegada en la cara.
Das dos pasos dentro y piensas:
“¿Porqué c….es estoy aquí?”
…
Lo mismo que piensa tu cliente ideal cuando entra en tu negocio y no entiende nada.
Hay negocios que parecen castillos de Drácula: oscuros, fríos, donde nadie te atiende y sientes que te van a sacar el alma sin avisar.
Casas del terror.
El clásico Frankenstein empresarial: un negocio hecho a trozos, con mil partes que no se entienden entre sí, que se mueve torpemente, y que a la primera pregunta del cliente… grita y asusta.
El bebé diabólico: esas marcas que quieren parecer tiernas, y en cuanto les preguntas algo, te contestan con una risa nerviosa, una mirada perdida y un “eso no lo llevamos nosotros, pregunta en otro sitio”.
El hombre lobo: el que cambia de precios según la luna, te jura que te responde “en menos de 24h” y pasan 3 semanas… si es que te responde.
Hay negocios que no necesitan competencia.
Se espantan solos.
No porque tengan un mal producto, no.
Porque están tan mal contados, tan mal presentados, tan mal atendidos… que parece que cada clic fuera una maldición gitana.
Y es una pena, porque detrás de muchos de ellos hay ideas buenas.
Hay esfuerzo.
Hay talento.
Hay personas…humanas.
No monstruos.
Si no se comunican bien… se convierten en una historia de terror.
De las que hacen que el cliente no vuelve, no contesta, no compra.
Esto va para ti, si tienes un negocio, una marca, un servicio:
No conviertas tu casa en una mansión encantada.
Haz que dé gusto entrar.
Haz que el cliente quiera quedarse.
Haz que te entienda.
Que te escuche. Que diga “quiero más de esto”.
En Jalogüin asustan los monstruos.
En los negocios, asusta más no saber explicar bien lo que haces.
Y si eso pasa… tu cliente no grita.
Tu cliente se va.
Y tú te quedas… solo.
En esa casa con niebla.
Un viaje de 1000 pasos da comienzo con un solo primer paso.
Lao Tzu.
Japi Jalogüin.
Japi dei, my friend.
José Levy
Consultoría para negocios de turismo, bodas y eventos
Mentorías y acompañamiento 1:1
Fundador de Spain4Weddings.com y CelebrationArtsGroup.com
Más de 1.000 bodas y eventos organizados desde 2003
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Si no te arranco una sonrisa te dedico un post.
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