Diferenciarse no es opcional.

Si tu anuncio suena igual que el de los demás, tu cliente solo puede comparar una cosa: el precio.

Tú no quieres estar en esa guerra.

Tú quieres rentabilidad, no supervivencia.

Diferenciarse lleva más tiempo.

Requiere pensar, no copiar.

Es exactamente lo que marca la diferencia entre un negocio que vende por valor y otro que vende por descuento.

Lo primero:

fijar la atención

ar llu lukin at mi?

Si tu mensaje no se queda en la cabeza del cliente, no existes.

Para fijar atención tienes que conocer a tu público.
No de oídas.

No en general.
Conocerlo de verdad.

¿Qué le duele?
¿Qué le frustra?
¿Qué le quita el sueño?
¿Dónde se agobia?
¿Qué ha probado antes y no le ha funcionado?

Ese es el punto de entrada de tus anuncios.
No la lista de servicios.

No las horas.

No los metros cuadrados.

Lenguaje conversacional.

Claro.

Humano.

Directo.

No hables como un folleto.

Habla como alguien que entiende perfectamente el problema que esa persona lleva arrastrando meses.

Luego viene tu autoridad.
No la autoridad de los premios, ni la del tiempo que llevas, ni la de los diplomas que nadie lee.

La autoridad que nadie discute:
la de quien domina un nicho, entiende a un perfil concreto y sabe exactamente cómo resolverle la vida.

Cuando eso está claro, ya no te comparan por precio.
Te comparan por impacto.

Ahí ganas siempre.

Olgüeys güinin

Ahora hablemos de escasez.

Si siempre estás disponible, no hay urgencia por contratarte.
Si pueden escribirte cuando quieran y siempre respondes en diez minutos, no hay valor.

Cuando estás demasiado accesible, te conviertes en un producto de estantería.

El cliente te percibe como algo que “siempre estará ahí”.

Si eres oro, te buscan.
Si eres escaso, se adaptan a ti.
Si estructuras tu agenda, crean espacio para ti.

Visitas solo ciertos días.
Llamadas con horarios marcados por ti.
Propuestas con fecha de caducidad.

Procesos con filtros.
Un túnel claro antes de llegar a trabajar contigo.

Lo más importante: transmite falta de necesidad.
No mendigues.
No supliques.
No des la sensación de que ese cliente te salvará el mes.

Aunque tengas a Hacienda respirándote en la nuca, no muestres necesidad.
La necesidad repele.
En negocios y en la vida.

Si tú no proteges tu valor, tu tiempo y tu autoridad, no esperes que lo haga el cliente.

Piensa antes de anunciarte.

Define tu mensaje.

Marca tu tono.

Si estás disponible para todos

no destacas para nadie.

El mercado no premia a quien grita más; premia a quien sabe exactamente quién es y qué aporta.

«La mejor forma de predecir el futuro es crearlo».

Abraham Lincoln.

P.D.: Tengo que volver con el inglish que hoy apenas lo he practicado.

Japi Dei

Tu negocio de bodas es la marca que tu competencia envidia…y copia.

Mejora tu negocio. Cambia tu vida.

Consejos diarios.

#JoseLevyOficial

José Levy

Blog