Hay dos miedos que conozco bien en el sector de las bodas, el turismo y los eventos.

El miedo a quedarse caro.

Y el miedo a quedarse corto.

Es ese bucle que tienen muchos propietarios de fincas y espacios para bodas y eventos:
«Si subo precios me quedo fuera… pero si los bajo me hundo.»

Y mientras tanto, las bodas salen, los proveedores cobran, el personal cobra, el catering cobra, Hacienda cobra… y tú miras la cuenta y te preguntas:
¿Dónde está el beneficio?

Este sector tiene una particularidad muy puñetera: haces todo el trabajo, asumes todos los riesgos, adelantas dinero, bloqueas fechas, sostienes equipos… y solo después (si todo va bien), ves algo de rentabilidad.

Por eso poner precio no es poner un número.

Es un trabajo estratégico.

Y no me refiero solo a calcular cuánto cuesta abrir la puerta, sino a diseñar un sistema de precios que te permita:

  • Filtrar a los clientes que de verdad te interesan.

  • Vender desde el valor, no desde el regateo.

  • Blindar márgenes y proteger el negocio.

El problema nunca es el cliente que no puede pagar.
El problema es el cliente que te hace dudar.

Puedes dejar de tener dudas.

Soy José Levy, y desde 2003 he trabajado con espacios para bodas & eventos.

Y una de las cosas que más trabajamos en las consultorías estratégicas es precisamente esto: cómo poner el precio, con qué criterio y con qué rentabilidad.

Esta última es la variable más importante. Porque si no se hace bien, el resto no funciona.

Si estás cansado de vivir atrapado entre “¿y si lo bajo?” y “¿y si nadie me contrata?”, tenemos que hablar (sí, sé que suena a tu ex).

Reserva tu consultoría estratégica personalizada conmigo.

Japi dei.