La mayoría espera.

Espera a sentirse listo.
Espera a que llegue la motivación.
Espera ese “clic” interno que lo cambie todo.

Pero ese clic no llega. Porque la pasión no baja del cielo como una paloma blanca.
La pasión se construye. A fuego. A base de horas, de foco y de repetir aunque no apetezca.

No eliges lo que amas. Lo haces tuyo.

Y la clave no es sentir. Es hacer.
Todos los días.
Aunque no te apetezca.
Aunque no veas resultados inmediatos.

Porque cuanto más lo haces, más lo dominas.
Y cuanto más lo dominas, más te gusta.
Y entonces sí, lo amas.

No busques atajos.
No busques motivación.
No busques chispazos.

La inspiración aparece en mitad del barro.
Cuando ya estás ahí, sudando, creando, resolviendo.

No cuando estás pensando si este lunes “sí será el bueno”.

Hazlo.
Aunque no estés inspirado.
Aunque no tengas ganas.
Hazlo igual.

Porque llega un punto en el que dejas de necesitar ganas.
Y te mueves porque es parte de ti.

Ese es el verdadero compromiso.
Ese es el punto de no retorno.
Ahí es donde nace el amor por lo que haces.

Y no, no preguntes más qué amas.


Pregúntate esto:

¿Qué estás dispuesto a hacer cada día hasta que se convierta en eso que amas?

Porque ahí está la diferencia entre vivir esperando y vivir construyendo.

Si crees que tu espacio merece algo más que likes y nerviosismo cada final de mes, entonces aquí tienes el primer paso.

Soy José Levy y llevo desde 2003 trabajando con fincas de bodas y eventos.

Japi dei.